Por: Jorge Forero | |
La revolución bolivariana en el ojo del huracán
7 Los grupos paramilitares es la manera genérica en que son denominadas algunos ejércitos mercenarios cuya acción multiagencial se dirige hacia el control político-militar, económico y cultural sobre territorios y mercados.
La existencia
de ingentes reservas de materias primas estratégicas para el mercado
mundial, tales como el petróleo, el gas, el oro, el coltán; la presencia
de abundantes recursos hídricos, forestales y de biodiversidad; así
como la importancia política asumida a partir de la revolución
bolivariana, hacen que Venezuela sea un espacio vital en los conflictos
geopolíticos globales de la actualidad.
Venezuela enfrenta en la actualidad la agudización de la lucha de clases, la cual se torna explícita ante la intensificación de un golpe de espectro completo
(Ceceña, 2014), cuya finalidad es la aniquilación material y simbólica
de la revolución bolivariana, como condición para la restauración
definitiva de la hegemonía política de los EEUU, y su lógica de
neocolonización, sobre los recursos naturales, los mercados y la fuerza
de trabajo del hemisferio.
Presión
financiera mediante agencias de capital ficticio; bloqueo financiero y
económico; invasión del territorio y del tejido social por parte de
ejércitos mercenarios; hostilidades diplomáticas encabezadas por los
EEUU; así como una feroz guerra psicológica para socavar la subjetividad
del pueblo venezolano y de manera simultánea, satanizar mediante la
tergiversación o la exageración la situación venezolana en el ámbito
internacional, son las manifestaciones más explícitas de ese ataque.
Las evidencias
empíricas y el análisis de las relaciones de poder que determinan esa
guerra, demuestran que la misma es dirigida y financiada desde los
centros de poder del capital monopólico trasnacional. Las expresiones
concretas de la misma, permiten concluir que no es una guerra contra el
gobierno del Presidente Nicolás Maduro, sino una guerra contra la
Nación, con mayor énfasis contra el proletariado venezolano (en su
diversidad y heterogeneidad), sujeto social e histórico del proceso
denominado de manera genérica revolución bolivariana.
Se trata de una
guerra multidimensional contra el pueblo bolivariano, pues éste se
erigió como referente contra hegemónico respecto a los intereses
estratégicos de los EEUU, sobre la base de: su oposición ante el
neoliberalismo; la reconstrucción de una narrativa socialista y
antiimperialista en el debate político mundial; y la promoción de un
nuevo paradigma de democracia radical.
La revolución
bolivariana tuvo la capacidad de producir un ciclo de gobiernos
progresistas (Zibechi, 2015), que logró contener –de manera parcial y
temporal- el dominio absoluto de los EEUU en la región, mediante: la
derrota del ALCA; un imaginario político anti neoliberal que favoreció
el ascenso de gobiernos progresistas en América Latina; así como la
creación de organismos multilaterales como el ALBA, la UNASUR y la
CELAC.
Raíces de la crisis
La crisis
venezolana forma parte orgánica de la crisis estructural del sistema del
capital (Mézsarós, 2009). La caída del producto interno bruto y la
contracción del mercado nacional, obedecen a una tendencia
económica de alcance global, condicionada por la necesidad de ampliar
los circuitos del capital mediante el usufructo de los recursos
naturales localizados en la periferia.
La caída
estrepitosa del precio del petróleo en el mercado internacional, con la
consecuente reducción del ingreso petrolero, y sus nefastas
repercusiones, además de hacer explícita la relación de dependencia de
Venezuela respecto al mercado capitalista, ha derivado en la
precarización de las condiciones materiales de la clase trabajadora
venezolana.
El crecimiento
económico y los invaluables logros sociales alcanzados durante los
gobiernos sucesivos de Hugo Chávez (1999-2013), se sustentaron en un
modelo que resultó inestable, en la medida en que su base material
estaba condicionada por un factor exógeno: el precio del petróleo en el
mercado internacional1.
El reflujo de
la avanzada pos neoliberal liderada por Venezuela, esboza una nueva
configuración en la correlación de fuerzas del continente, y también es
resultado de la contraofensiva estratégica de los EEUU en América latina2, dirigida a recuperar su dominio en su patio trasero, en contraposición al crecimiento de la influencia del eje China-Rusia desarrollado durante los últimos años.
Breve caracterización de la situación actual
El triunfo de
la derecha en las elecciones legislativas del 6 de diciembre de 2015,
además de marcar un hito de ruptura en la hegemonía del chavismo, es una
expresión del descontento de la población por la grave situación
económica, signada por la combinación de fenómenos como el déficit de
abastecimiento en bienes de primera necesidad, prácticas de usura
generalizada, y una situación de hiperinflación.
La economía
venezolana ha profundizado sus contradicciones y sus distorsiones
durante los últimos años. Tal y como sucede en los países dominados por
el neoliberalismo, se ha producido una desregularización financiera3,
y más grave aún, se ha creado un mercado paralelo (ilegal), que
permite la captación de astronómicas tasas de ganancia, lo cual ha
destruido la política de control de precios y subsidios implementada por
el gobierno4.
Una de las
variables que han condicionado la acentuación de la crisis, es la
sobrevaluación de la moneda venezolana que se lleva a cabo mediante un
control de cambio con profundas debilidades y agudas contradicciones, el
cual, además de amparar una fuga astronómica de capitales hacia manos
privadas; significó un deterioro notable del aparato productivo
nacional, en la medida en que se estimuló una cultura importadora, con
nefastas repercusiones para la industria en tiempos de bonanza, y para
el comercio en tiempos de crisis (Sutherland, 2016).
El escenario se
torna más adverso ante el complot económico y financiero que se ejecuta
desde carteles financieros que controlan gran parte del comercio
internacional, así como de calificadoras de riesgo de inversión;
agencias que atacan la economía nacional sobre la base de flujos
monetarios provenientes del narcotráfico (tales como Dólar Today);
empresas que ejercen monopolios sobre productos de primera necesidad y
elevado consumo en el mercado nacional; y desde empresas trasnacionales
que han paralizado la producción y desmantelado sus filiales en
Venezuela5.
También por la
centrífuga de capitales que se produce en las zonas fronterizas, con
base en el contrabando de extracción de combustibles, minerales,
mercancías subsidiadas, y bienes de capital (éstos últimos importados a
tasas preferenciales). En el caso particular de la frontera
colombo-venezolana, nos encontramos ante un conflicto trasnacional, que
ha determinado pugnas por el control territorial y los mercados del
espacio fronterizo, en virtud de su importancia geopolítica, y de los
procesos de acumulación de capital que se producen en el mismo, cuya
base material es la renta petrolera venezolana y el negocio trasnacional
del narcotráfico6, con amplia influencia de los grupos paramilitares7.
La gravedad de
la situación económica se combina con la polarización política (en un
escenario que dejó de ser favorable para las fuerzas bolivarianas), y
configura una realidad convulsa e inestable. El chavismo conserva el
poder político, en primer lugar por las contradicciones internas de la
oposición; en segundo lugar porque los sectores concentrados en la
autodenominada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) no tienen la
capacidad de ofrecer un proyecto que garantice sostener los logros
sociales alcanzados en el marco de la revolución bolivariana8.
Y en tercer
lugar porque el sujeto social con la potencia necesaria para producir un
cambio cualitativo, es la clase trabajadora, en cuyo espectro, persiste
con fuerza el chavismo militante9
-con una capacidad orgánica notable-, el cual aún espera –esperamos-
que el gobierno del presidente Nicolás Maduro le de continuidad al
proyecto histórico-político del presidente Hugo Chávez.
Precisamente la
diversidad de experiencias de organización popular para el
autogobierno, y para la defensa de los intereses de la clase
trabajadora, construidas bajo el espectro de ese chavismo militante (en
su versión irreverente-crítica-radical), constituyen una esperanza de
emancipación auténtica para el pueblo venezolano.
Perspectivas del conflicto
Los sectores de
poder en Venezuela enfrentan los siguientes escenarios: desde el
gobierno del presidente Nicolás Maduro hay dos opciones: la prolongación
del enfoque reformista y de la política de concesiones al capital para sobrevivir en
el poder (dinámica insostenible incluso en el mediano plazo); o
impulsar una salida revolucionaria mediante la profundización del
proceso de cambios.
Por otra parte,
desde los sectores de derecha la dicotomía se centra en: asumir el
gobierno por la vía democrática e implementar un ajuste estructural de
signo neoliberal (que acentuaría las tensiones y produciría un escenario
de ebullición idóneo para una revolución social); o seguir en la
búsqueda de una salida violenta, a través de una guerra civil que derive
en una intervención extranjera (por la composición de clases y las
contradicciones intersubjetivas de las Fuerzas Armadas en Venezuela es
casi imposible un golpe de Estado militar tradicional), para instaurar
por la fuerza un estado de conmoción que permita extinguir las
resistencias que potencialmente pudieran surgir entre las clases
subalternas.
En el campo de
la clase trabajadora, la única opción emancipadora consiste en
interpretar correctamente un momento de gran complejidad, de tal manera
de desmitificar el haz de fuerzas que determinan la crisis (en la que no
se puede perder de vista que la situación actual maximiza las ganancias
a costa del trabajo sobre-explotado), y derrotar las narrativas que
señalan al socialismo como el origen de la misma10.
Los avances alcanzados en Venezuela durante la revolución bolivariana
se encuentran en riesgo. La restauración neoliberal es inminente si el
pueblo venezolano no resiste la guerra total que desarrolla el
imperialismo, y asume la contraofensiva.
Por
tanto, la lucha política debe trascender la polarización electoral,
porque esta oculta la naturaleza de las contradicciones esenciales, las contradicciones de clase.
El pueblo venezolano debe reconocer que es la ofensiva del capital la
que ha determinado el despojo de la renta nacional y la precarización de
las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población. Para
comprender que el problema no se resuelve con reformas, sino con una
transformación estructural del modo de producción-distribución- consumo,
con un cambio cualitativo de las relaciones sociales, con la
destrucción del Estado burgués, con la materialización de una sociedad
sin explotados y explotadas.
¡La lucha es de
clases! La carga histórica de la crisis, demuestra que el
neoliberalismo pretendidamente ilustrado de los “IESA boys11”; la democracia fallida de los adecos y los copeyanos12;
y el reformismo pequeño burgués (impregnado en el mejor de los casos de
buenas intenciones, pero de profundas lagunas) que domina a la clase
dirigente venezolana en la actualidad: no podrán superar las
contradicciones que impone el inminente colapso del sistema del capital,
y el legítimo derecho de los pueblos de luchar por una vida digna.
Ante la
realidad actual, se precisa de un instrumento político revolucionario,
de una vanguardia (una entidad colectiva y ligada orgánicamente con las
bases sociales), que tenga la audacia táctica y la claridad estratégica
para reconocer la naturaleza de las contradicciones y avanzar hacia la
construcción de poder obrero-campesino-comunal, mediante la
consolidación de las experiencias existentes, y la promoción de nuevos
espacios de resistencia y lucha.
El derrumbe del
sistema del capital que amenaza al orden mundial, va a acelerar e
intensificar la lucha de clases, en ese contexto, la historia le ha
impuesto al bravo pueblo venezolano, la tarea de resistir y de seguir
dando luces a los pueblos oprimidos del mundo.
La catástrofe
del capitalismo, y su modelo depredador, además de mantener en la
opresión a la inmensa mayoría de la humanidad, está destruyendo las
condiciones mínimas de vida en el planeta. Por tanto, hoy más que nunca,
resulta imprescindible tomar partido ante la dicotomía histórica:
Socialismo o Barbarie…
Referencias:
-
Ceceña, 2014. Los golpes de espectro completo. Disponible en: Ceceña, Ana (2014), Los golpes de espectro completo. En: Reordenando el continente. Revista: América latina en movimiento. N° 495. Disponible en: http://www.alainet.org/
publica/495.phtml - Mészarós, 2009. La crisis estructural del capital. MINCI, Caracas.
-
Sutherland, 2016. Crisis económica del 2016: causas, derroche, ciclos, ajuste económico y perspectivas. Disponible en: http://www.aporrea.org/
actualidad/a233278.html -
Zibechi, 2015. Se acelera el fin del ciclo progresista. Disponible en: http://www.jornada.unam.mx/
2015/10/30/opinion/021a1pol
*Jorge Forero es Profesor e Investigador
Militante del Movimiento UNÍOS
Twitter: @jorgeforero89
1 Cuya caída estuvo determinada
por: La contracción del consumo de energía por parte de China e India;
las tensiones geopolíticas de Irán y Arabia Saudita; el control del
Estado Islámico sobre una proporción de los hidrocarburos de Iraq y
Siria; el aumento exponencial de las reservas de petróleo en los EEUU.
2 Que marcó un hito de avance
sostenido desde el golpe de Estado en Honduras en el año 2007, y que se
profundizó a través de una política estratégica de largo plazo,
implementada de forma progresiva mediante instrumentos como los Tratados
Binacionales de Libre Comercio, el posicionamiento de instalaciones
militares en territorios de especial interés, la creación de organismos
como la Alianza del Pacífico, la
recuperación de espacios de influencia con el retorno de gobiernos
conservadores en Brasil y Argentina, y por último, las alianzas de libre
comercio de signo transcontinental y transoceánico.
3 Determinada por una política
absurda de mantener tasas de cambio diferenciadas –notablemente
asimétricas- en la relación Bolívar-Dólar norteamericano. Este
diferencial genera una situación de sobre-explotación de la fuerza del
trabajo, y de pauperización de la calidad de vida de la población (que
incluso atenta contra las posibilidades de reproducción social), en
virtud de que el salario se calcula a la tasa DIPRO, avaluada en 10
bolívares por dólar americano; pero la mayor proporción de los bienes y
servicios en el mercado nacional se cotizan hoy 08 de diciembre de 2016,
en valores equivalentes a las tasas DICOM, de 668 bolívares por dólar
americano; y en la página Dólar Today, de 4261 bolívares por dólar
americano.
5 Ante la situación económica
se ha reducido el flujo de divisas otorgadas a tasas preferenciales
(sobrevaluadas) a esas empresas. En el mejor de los casos, dichas
empresas adquirieron dólares de origen petrolero asignados por el Estado
venezolano (a precios insignificantes), y vendían sus mercancías con
elevadas tasas de ganancia. Mientras que en otros casos, se produjo un
saqueo de la riqueza nacional, a través de importaciones ficticias,
compras fraudulentas de mercancías de baja calidad a precios de mercado
internacional, y la exportación ilegal de capitales.
6 No es casual que la página
Dólar Today use como referencia de su tasa a la ciudad de Cúcuta, como
enclave financiero, y que incluso, haya creado una nueva tasa denominada
Dólar Cúcuta.7 Los grupos paramilitares es la manera genérica en que son denominadas algunos ejércitos mercenarios cuya acción multiagencial se dirige hacia el control político-militar, económico y cultural sobre territorios y mercados.
8 A pesar de las condiciones
adversas para el gobierno, los sectores de derecha agrupados en la MUD
dilataron de manera premeditada el proceso para la convocatoria a
referendo revocatorio (instrumento previsto en la Constitución
venezolana) , con la finalidad posicionar la matriz de que el gobierno
autoritario y dictatorial –ese mismo que acepta una derrota contundente
en las elecciones legislativas de 2015-, obstaculiza el ejercicio de la
democracia y viola la carta magna venezolana. Esa jugada táctica produce
al menos dos situaciones que favorecen a la derecha, pues se
atizan las tensiones políticas internas como medio para producir
desestabilización; y se usan como pretexto para presionar a Venezuela en
la comunidad internacional (como en los casos recientes dados en la OEA
y en Mercosur).
9 Se trata de un bloque
heterogéneo, con ubicuidad territorial y capacidad de cohesión en torno
al imaginario radical de la revolución bolivariana. Cuyo peso específico
ha determinado la correlación de fuerzas en los últimos procesos
electorales, por ejemplo en abril y diciembre de 2013 garantizó dos
sendas victorias del chavismo; y en 2015, su desmovilización y
abstención derivó en la primera victoria política nacional de la derecha
desde 1999.
10 En Venezuela nunca se
instauró el programa mínimo de la transición al socialismo. Lo que hubo
fue un gobierno que desarrolló una política de distribución de la renta
nacional, así como algunas medidas de estatización parcial de algunos
sectores de la economía nacional.
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